Mi cambio es climático
por naturaleza,
esta tristeza
que hierve y no se consume
contribuye a esta soledad
que se coagula y no se disuelve.
Y ellas,
se convocan, de golpe y porrazo, colaboradoras,
interpretan la misma sinfonía de Bach,
medias magas, medias hurañas.
Desayunan, almuerzan y cenan juntas,
son agudas, confidentes y ambulantes
se cuidan (la esperanza las acecha)
se reclaman cuando suman
sus porciones de vacío,
se escriben cuando encuentran
un clavo
entre mis torbellinos,
se buscan mediante la nostalgia
y cuando mis ganas se vuelven presuntuosas
huyen y se esconden, pero mantienen la guardia.
Disimulan con pasión
azul
son inexpertas en el rencor,
marrón
no tienen veteranía en el amor
amor.
Son pelusas en el aire
para eso existen de este lado
suben y bajan a mí alrededor.
A veces se multiplican (cumplen el protocolo)
y comienzan a susurrar (no saben gritar)
y se inicia su ritual,
me cuentan sus desavenencias
y algunas solo me dicen
me llamo triste
me llamo sola.
Cuando se juntas estas dos,
tremendas.
1 comentario:
El hambre + la necesidad, combinacion demoledera.
Sabes bien que la soledad es condicion sine qua non de la existencia, pero la tristeza puede ser accesorio...
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