El ensueño que evocaba la memoria del viejo puente del río y la alameda, es hoy en día un triste reflejo de uno de los lugares turísticos que representan nuestra Lima, que ya no engalana, ni entretiene pero trata de despertarte el sueño. El tiempo ha dejado morir su presencia de aquel “ensueño que evoca la memoria”, como Chabuca Granda nos cantaba en su canción más recordada “La flor de la canela”.
Inaugurada el 16 de Enero de 1999, donde por entonces se ubicaba “Polvos Azules”, y realizada durante la alcaldía del ahora congresista electo Alberto Andrade Carmona. No solo han pasado 16 años desde la muerte de una de las más importantes intérpretes de la música peruana, ha pasado al olvido este tributo que la capital construyo en su nombre, donde ahora el río ya no acompasa el paso por sus veredas.
Mañana fría, de un sábado del mes de Junio, la feria que a vista del caminante que llega, llama la atención por su llamativo toldo de color amarillo, al mediodía ya estaba abierta, a la espera de turistas y del publico limeño, mientras algunos de ellos aparecían por el pasaje que conecta la Plaza de Armas y nos muestra la parte trasera del Palacio de Gobierno.
Los artistas del pincel y el carboncillo se tomaban su tiempo en acomodar sus mejores obras de arte que expuestas les servirían como muestra de su trabajo ante cualquier transeúnte, y es que nadie puede serles indiferente, las miradas asombradas desfilan al ver los retratos y caricaturas que estos hombres de mediana edad realizan para ganarse el pan de cada día. Los sonidos del tráfico de la Lima gris, que se filtraban con el débil murmullo de los que llegaban, y muchos ambulantes rodean se aproximan al visitar la Alameda.
Los balcones virreinales que aun se aprecian, debajo de ellos las tiendas de ropa, restaurantes y heladerías que conforman la única cuadra que acompaña y armoniza el camino, y un poco atrapada entre la feria y sus toldos, va descubriéndose aquella escultura de color rojo, que representa a la limeña que derramaba lisura y a su paso dejaba aroma de mixtura (…) la que el menudo pie la lleva por la vereda que se estremece al ritmo de sus caderas, la que recogía la risa de la brisa del río y al viento la lanzaba, y así a poca distancia y sobre el puente Trujillo, nos daba la bienvenida la Alameda de Chabuca Granda.
El Colegio parroquial Santo Tomas de Aquino es una de las instituciones que acompaña de alguna manera la Alameda, aunque a simple vista no parezca ya que las divide una salida para los autos, que desarticula el tráfico de Lima. Con tres anfiteatros de forma circular que pueden albergar a unas 150 personas, y las bancas que nunca faltan, y varios asientos de singular forma esférica, hechos talvez pensando en la diversión de los niños que asistan.
De blanco y con los títulos azules, que informan lo que vende, agrupados y apunto de abrir las 12 y 30 de la tarde, así se encuentran los carritos o puestos que ofrecen desde, picarones, el famoso combinado o clásico, mazamorra de calabaza, hasta anticuchos y pancita.
Inaugurada el 16 de Enero de 1999, donde por entonces se ubicaba “Polvos Azules”, y realizada durante la alcaldía del ahora congresista electo Alberto Andrade Carmona. No solo han pasado 16 años desde la muerte de una de las más importantes intérpretes de la música peruana, ha pasado al olvido este tributo que la capital construyo en su nombre, donde ahora el río ya no acompasa el paso por sus veredas.
Mañana fría, de un sábado del mes de Junio, la feria que a vista del caminante que llega, llama la atención por su llamativo toldo de color amarillo, al mediodía ya estaba abierta, a la espera de turistas y del publico limeño, mientras algunos de ellos aparecían por el pasaje que conecta la Plaza de Armas y nos muestra la parte trasera del Palacio de Gobierno.
Los artistas del pincel y el carboncillo se tomaban su tiempo en acomodar sus mejores obras de arte que expuestas les servirían como muestra de su trabajo ante cualquier transeúnte, y es que nadie puede serles indiferente, las miradas asombradas desfilan al ver los retratos y caricaturas que estos hombres de mediana edad realizan para ganarse el pan de cada día. Los sonidos del tráfico de la Lima gris, que se filtraban con el débil murmullo de los que llegaban, y muchos ambulantes rodean se aproximan al visitar la Alameda.
Los balcones virreinales que aun se aprecian, debajo de ellos las tiendas de ropa, restaurantes y heladerías que conforman la única cuadra que acompaña y armoniza el camino, y un poco atrapada entre la feria y sus toldos, va descubriéndose aquella escultura de color rojo, que representa a la limeña que derramaba lisura y a su paso dejaba aroma de mixtura (…) la que el menudo pie la lleva por la vereda que se estremece al ritmo de sus caderas, la que recogía la risa de la brisa del río y al viento la lanzaba, y así a poca distancia y sobre el puente Trujillo, nos daba la bienvenida la Alameda de Chabuca Granda.
El Colegio parroquial Santo Tomas de Aquino es una de las instituciones que acompaña de alguna manera la Alameda, aunque a simple vista no parezca ya que las divide una salida para los autos, que desarticula el tráfico de Lima. Con tres anfiteatros de forma circular que pueden albergar a unas 150 personas, y las bancas que nunca faltan, y varios asientos de singular forma esférica, hechos talvez pensando en la diversión de los niños que asistan.
De blanco y con los títulos azules, que informan lo que vende, agrupados y apunto de abrir las 12 y 30 de la tarde, así se encuentran los carritos o puestos que ofrecen desde, picarones, el famoso combinado o clásico, mazamorra de calabaza, hasta anticuchos y pancita.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario