Entonces estaba fente a un extraño
un desconocido
a quién la mirada yo le conocía muy bien,
a quién su saber no decir,
su palabra escudera
yo conocía,
la volvía a conocer.
De pronto desapareció,
orientó sus pasos al desorden
no le volví a ver el corazón
pero demoraba el momento,
hasta que finalmente
le conocí el nombre,
pero no el rostro.
jueves, febrero 19, 2009
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