miércoles, setiembre 17, 2008

Acompáñame

Llego a casa a las 10 y 30 de la noche, minutos más tarde: lamento inica la oración de aquel mail que he estado esperando. Mi rostro expresa molestia, cólera, desánimo, aburrimiento, cansancio. Comienzo a desparramar cargadas palabras contra la persona que me contestó el mail, contra la empresa, contra el día, contra mi suerte, contra las horas, contra el mail (mi boca se desata en voz baja, sigo leyendo) por política interna de la empresa no damos entrevistas y tampoco este tipo de información.
¿Quiénes demonios se creen? tanta formalidad, continuo trámite e insistentes llamadas para una agujereada y cretina respuesta (!) Una vez más a la porra mi espera de una semana. Sigo sin comprender por qué rayos no me dijeron eso antes.
Esta parece ser la semana del no, de los obstáculos a granel, semana que pretende ser como la anterior. No va a ser así, aún estamos miércoles, miér...coles!.
Escucho que mi papá me llama (no quiero hablar con nadie, quiero estar sola), no me dice nada, solo me entrega un chocolate sublime, le doy las gracias y las buenas noches, de nada hija , buenas noches también me responde. Me volteo hacia mi cuarto, trato de no desquitarme con la puerta.
Raramente, ignoro al chocolate y me lo guardo en el bolsillo de mi casaca. Tocan de nuevo a mi puerta, es mi mamá Cosmo no ha salido, vamos a pasearlo un rato, acompáñame...no quiero ir sola. No quiero salir, estoy cansada y molesta pero le he dicho espérame...ahí voy.
Llegamos al parque y nos sentamos en una banca. Mi mamá le quita la cadena a Cosmo, él se desaparece lo más rápido que puede. Subo mis pies a la banca y trato de seguir con la mirada a Cosmo. Ella sabe que me sucede algo, pero no me pregunta...sabe que cuando me ve con ningun gesto en la cara, estoy tratando de olvidar y darle la contra a lo que me pasa (y siempre en silencio)
Después de unos minutos, empiezo a contarle como estuvo mi día, solo le cuento lo rescatable. Mi rostro deja de estar paralítico al contarle lo poco de cosas buenas que me pasaron hoy. Ella sonríe y yo la acompaño. Debo venir más seguido al parque pienso. He estado ignorando a mi gusto por los árboles. Debo estar más tiempo me digo.
Hoy he caminado desde Plaza Camacho hasta la av. La Molina con un frapuccino de moca en mano (se me esta volviendo costumbre). Me hace bien estar sola, pero eso no funciona todo el tiempo. No quiero andar sola por todos los lados.
Lo difícil que se me hace decir a veces acompáñame.

Y como dice JP "chica jurassica de gustos prehistóricos". Me gusta escuchar de todo... ¿Cuál es el problema?




1 comentario:

Anónimo dijo...

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